En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Si me río de mi sombra como no lo voy hacer de lo que me asombra

3 de julio de 2015

Sabios hortelanos



Es un placer el dialogar con los hortelanos del lugar, lo primero que percibes la riqueza que les sobra, esa llamada sinceridad. 

Oyes palabras que tienes que tratar de agudizar los oídos, pues te estallan hasta que las logras asimilar. 

Las entiendes que son de época de tus bisabuelos que ellos se han encargado que nadie las pueda olvidar 

 
Te quedas asombrado más bien embelesado de como forman esas típicas frases que tanto te cuesta entender, pero que son muy fáciles si la vuelta le logras dar, enseguida las comprenderás.
 

Cuanto te enseñan y con qué nobleza te hablan demostrando que además de la palabra y la azada, están enterados de todos los acertijos que la naturaleza casi siempre les intenta estropear el trigo la avena o la cebada. 
                                      
Nos hacen ver con una gran satisfacción que les produce, a la persona de capital poderles enseñar, los árboles esa jugosas frutas despejándonos todos los misterios hasta que llegan a madurar

 

Son como un torrente no dejan de hablar emocionados de su profesión mirándonos a cada instante, como, asombrados los escuchamos ese día se les ve felices.  

No piensan en nubarrones ni ventiscas o si son atacado por alguna plaga de perdices 

 

Nosotros no tenemos esa riqueza de saber interpretar lo que la naturaleza nos quiso enseñar, por algo somos gente de ciudad, y al campo no nos hemos querido acercar. 

Dejo a estos queridos amigos y me siento más bien un parásito de los muchos que pululan por la capital, ya que lo único que hacen siempre es despotricar contra lo que ignoran, el esfuerzo que seres humanos han tenido que realizar para que a la mesa llegue ese manjar.

7 comentarios:

  1. Tienes mucha razón.
    Hemos perdido casi todos los vínculos con la naturaleza.
    Estamos desubicados en un mundo de plástico.

    Saludos.

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  2. Deben de quedar muy pocos, los que quedan son hortelanos de ciudad y alguno por esos pueblos perdidos, la agricultura ya no tiene el mimo de otros tiempos.

    Saludos

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  3. Después de la playa el campo, Buena elección.

    Besos.

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  4. Las personas que como yo, conoce ambos ámbitos, te da toda la razón en lo que acá expresas.

    Beso, amigo Jose.

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  5. Muy gratificante tu entrada, en el campo está la verdadera felicidad.

    Yo nací y crecí en él, pero me volví citadino, ahora anhelo volver.

    Un gusto conocer tu blog, abrazos.

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  6. Leyendo esta belleza de entrada, me siento relajado, pues del hombre del campo ademas de fruta, tambien se puede uno abastecer de mucha PAZ.

    Feliz finde, un abrazo

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