Es
un placer el dialogar con los hortelanos del lugar, lo primero que
percibes la riqueza que les sobra, esa llamada sinceridad.
Oyes palabras
que tienes que tratar de agudizar los oídos, pues te estallan hasta que
las logras asimilar.
Las
entiendes que son de época de tus bisabuelos que ellos se han
encargado que nadie las pueda olvidar
Te
quedas asombrado más bien embelesado de como forman esas típicas frases que
tanto te cuesta entender, pero que son muy fáciles si la vuelta le logras
dar, enseguida las comprenderás.
Cuanto
te enseñan y con qué nobleza te hablan demostrando que además de la palabra y
la azada, están enterados de todos los acertijos que la naturaleza casi
siempre les intenta estropear el trigo la avena o la cebada.
Nos
hacen ver con una gran satisfacción que les produce, a la persona de
capital poderles enseñar, los árboles esa jugosas frutas despejándonos
todos los misterios hasta que llegan a madurar
Son
como un torrente no dejan de hablar emocionados de su profesión mirándonos a
cada instante, como, asombrados los escuchamos ese día se les ve felices.
No
piensan en nubarrones ni ventiscas o si son atacado por alguna plaga de
perdices
Nosotros no
tenemos esa riqueza de saber interpretar lo que la naturaleza nos quiso
enseñar, por algo somos gente de ciudad, y al campo no nos hemos querido
acercar.
Dejo
a estos queridos amigos y me siento más bien un parásito de los muchos que
pululan por la capital, ya que lo único que hacen siempre es despotricar contra
lo que ignoran, el esfuerzo que seres humanos han tenido que realizar para
que a la mesa llegue ese manjar.
Tienes mucha razón.
ResponderEliminarHemos perdido casi todos los vínculos con la naturaleza.
Estamos desubicados en un mundo de plástico.
Saludos.
Deben de quedar muy pocos, los que quedan son hortelanos de ciudad y alguno por esos pueblos perdidos, la agricultura ya no tiene el mimo de otros tiempos.
ResponderEliminarSaludos
Después de la playa el campo, Buena elección.
ResponderEliminarBesos.
Las personas que como yo, conoce ambos ámbitos, te da toda la razón en lo que acá expresas.
ResponderEliminarBeso, amigo Jose.
Muy gratificante tu entrada, en el campo está la verdadera felicidad.
ResponderEliminarYo nací y crecí en él, pero me volví citadino, ahora anhelo volver.
Un gusto conocer tu blog, abrazos.
Buen finde y un abrazo.
ResponderEliminarLeyendo esta belleza de entrada, me siento relajado, pues del hombre del campo ademas de fruta, tambien se puede uno abastecer de mucha PAZ.
ResponderEliminarFeliz finde, un abrazo