49 años

 No se pueden olvidar 49 años de vida sentimental

habiendo sido amada y también no haber deja do de saber con todas las fuerzas amar. 

Ahora recuerda con cierto dolor y nostalgia, las ligeras discusiones y las grandes y desafinadas canciones, que solían entonar. 

Ya no tendrá ocasión de llevar la contraria para ver que su marido nunca se molestaba, siempre le respondía con mucha compresión. 

¡Qué cosas! El mando de la tele se lo tenía escondido, el quería en todo momento demostrar como marido el cariño que le profesaba con gran ilusión. 

Se sentía feliz cuando le elegía los programas, que ella mimosa siempre le pedía, y con un amoroso arrumaco siempre se lo agradecía. 

Cuando llega a esa casa que compartieron llenos de felicidad los dos, parece que el piso se va a inundar pues las lágrimas no dejan ni un momento en de derramar.

 

En cada rincón en cada armario se le refleja que fue muy dichosa, y ahora piensa que la vida se le aparece muy borrosa. 

No lo olvidará la mañana que le dijo me voy a la agencia a sacar un billete para un viaje muy especial, ese viaje sin retorno porque te lleva a la felicidad permanente donde el vivir es una delicia latente. 

Todos los días con la cara desempolvada y los ojos llenos de tristeza incontrolada, con su bolsa marcha a visitar al que en vida todo le dio y la trató siempre con delicadeza y mucho amor. 

Así él compañero, con una sonrisa en los labios y con buen humor se nos marchó y nos dijo adios.