Atanagildo está triste

 Mi amigo Atanagildo es un tío muy majo siempre desde hace años veranea en el mismo sitio, teniendo la habilidad de haber cosechado una inmensidad de amigos,

todos los años cuando aparece con su coche llevando su velero

no se tiene que preocupar, pues con gran satisfacción ve como sus amigos le saludan todos, y enseguida a amarrar el velero en el muelle se ponen sin dilacción.

Atanagildo un año a la cita falto por motivos de enfermedad sus amigos en vano le esperaron, pero tampoco nada sobre el indagaron.

 Mi amigo a los dos años al mismo litoral volvió pero esta vez no llevaba coche ni motora, lo que llevaba era un par de muletas porque sin ellas el pobre no podía andar nadie salió a recibirlo los amigos se perdieron.

 Atanagildo está un poco tristón recordando los tiempos pasados en los que reían y nunca lloraba porque todos lo agasajaban.

Me cuenta que todos le decían amigo mi buen amigo mi querido migo, pero esas voces de pronto enmudecieron y lo echaron en el olvido.

Ahora ha cambiado el mar sus olas y azul cielo para volar por las blogosferas divagando herrando sintiéndose como el mendigo que no encuentra ya ningún amigo.

Los busca los llama pero no da con el camino ni donde se pueden haber escondido.